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Enna

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La ciudad italiana de Enna se ubica en el centro de la isla de Sicilia, a más de 900 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en la capital más alta del país. Su suave clima le convirtió en un buen refugio contra el tórrido calor de la isla, hasta el punto de que el emperador Federico II de Suabia construyó aquí la torre octogonal del mismo nombre como residencia de verano. La historia de la ciudad se remonta al Neolítico. Los romanos lo llamaban Urbs Inexpugnabilis por su proverbial resistencia a la conquista.

WHAT TO SEE

Entre los monumentos históricos más significativos se encuentra el Castillo de Lombardía, uno de los más grandes de Italia, que debe su nombre a los soldados de infantería lombardos que guarnecían la fortaleza. De sus veinte torres, hoy solo quedan seis, entre ellas la Torre Pisana, desde la que se disfruta de un vasto panorama que se extiende desde las Madonie hasta el Etna.

Cerca se encuentra el lago de Pergusa, el único embalse natural de agua dulce que queda en la isla. Rodeado de naturaleza virgen, su recorrido completo alcanza los cinco kilómetros.

También se puede visitar la Catedral de Enna, dedicada a la virgen María en 1307 por Leonor, mujer de Federico II de Aragón. Un grave incendio en 1446 la destruyó y, tras su restauración, sólo conserva el ábside original.

En el interior, impresiona su amplitud y la variedad de estilos, con columnas de roca basáltica que separan las tres naves, un púlpito manierista del siglo XVIII, una verja del harén de un castillo árabe, mármoles policromados, y la Virgen de la Visitación, patrona de Enna, escultura del siglo XV que cada 2 de Julio se procesiona sobre una carroza ricamente adornada denominada ‘la nave de oro’.

Adosado al templo, se encuentra el Museo Alessi que cuenta con el tesoro de la Catedral, obras de la orfebrería siciliana y una destacada colección numismática.

Entre otros recursos patrimoniales, encontramos la Torre de Federico II, la Villa Romana del Casale, la Piazza Armerina y, ya en los alrededores de la ciudad, el poblado bizantino de Vallone Canalotto.

HOLY WEEK AND EASTER

La Semana Santa de Enna consiste en una serie de procesiones religiosas derivadas de antiguas tradiciones de origen español. Las celebraciones atraen a miles de fieles y turistas, y representan el evento más importante para la ciudad y su provincia, además de uno de los ritos más importantes de la Semana Santa en Sicilia. Los ritos han sido incluidos por la Región de Sicilia entre los eventos de atracción turística internacional y en el Registro del Patrimonio Inmaterial de Sicilia. Con motivo de la procesión del Viernes Santo, desfilan alrededor de 3.000 frailes encapuchados, portando los fercoli del Cristo difunto y de Nuestra Señora de los Dolores, al son de diversas marchas fúnebres. Destacan también las procesiones de Adoración al Santísimo Sacramento, desde el Domingo de Ramos hasta el Miércoles Santo, día en que tiene lugar la representación sagrada con más de 100 participantes en Pergusa ‘Pasión y muerte de Jesús’. El Jueves Santo, se suceden las exposiciones artísticas en los altares y las procesiones se suceden hasta el Domingo de Resurrección.

Las procesiones están ligadas a las primeras cofradías de Enna, que surgieron ya en la Baja Edad Media, pero fue el siglo XVII el que marcó su notable incremento, atribuido con toda probabilidad a la llegada de la influencia española a toda la isla. Fue precisamente la dominación española, quienes gobernaron la isla desde el siglo XV hasta 1700, la que favoreció la proliferación de cofradías que nacieron sobre la base de las hermandades ibéricas.

En aquellos tiempos, eran verdaderas congregaciones que ejercían, gracias a las amplísimas competencias y privilegios que les conferían los reyes españoles, un papel social y un poder sobre el pueblo muy significativo. Los soberanos, fuertemente vinculados a la Iglesia y a sus ramificaciones en el territorio, concedían a menudo títulos reales a las cofradías más importantes o más prestigiosas, a las se les otorgaban los honores de Venerable, Real, Noble y Leal. La misma jerarquía de las hermandades atestiguaba su poder sobre el territorio, mucho más arraigado y extenso que incluso el real: al frente de cada congregación se elegía al miembro de mayor edad, a quien automáticamente se le concedían amplios privilegios. De hecho, fue llamado Rector de la Cofradía y fue reconocido con los honrosos títulos de Monseñor, Procurador, Gobernador y, por derecho, parte del Senado Cívico. Los Rectores tuvieron tanta influencia en la ciudad -en la que eran vistos como una especie de autoridad casta- que incluso tuvieron la posibilidad, limitada al día de las celebraciones del santo patrón de la cofradía, de conceder el perdón a tres condenados a prisión.

En 1714, en pleno florecimiento de las cofradías de Enna, el virrey de Sicilia, el conde Annibale Maffei, dictó un decreto por el que instituía el Colegio de Rectores, organismo que reunía a todos los rectores de las cofradías de la ciudad. Este órgano pronto se convirtió en el organismo más poderoso e influyente de la ciudad, ya que reunía a las principales autoridades religiosas. Tras unos siglos convulsos, finalmente se restituyó en 1944 de manera definitiva. Actualmente se encargan de la organización de los ritos religiosos pascuales y de las actividades de las cofradías, con una junta de gobierno formada por 16 personas.

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